La llegada de la primavera en los países nórdicos nada tiene que ver con la de los países mediterráneos como el nuestro. Es una obviedad pero poder observarlo in situ y apreciar las diferencias es bien curioso e instructivo. Realicé un viaje a Noruega en un mes de mayo y me encantó el panorama natural que vi, sobretodo el despertar del mundo vegetal después del invierno, algo que en España ya hacía semanas que habíamos dejado atrás.
Una de las actividades que más disfruté en la pequeña ciudad de Kristiansand, en el extremo sur del país noruego, fue pasear con los niños de mi hermano por los alrededores de la localidad.
Agarramos las bicis y transitamos por caminos llenos de árboles y sin darnos cuenta ya estábamos rodando rodeados de bosques y pequeños lagos. En realidad es muy difícil determinar en qué momento termina lo que sería la ciudad y empieza la campiña pues allí encontrarás casas diseminadas, muchas de ellas con jardín y separadas las unas de las otras. Casas preciosas pintadas de rojo, o también blancas que aparecen igual que manchas vibrantes en contraste con el fondo.
Desconozco si usan el concepto de smart city que parece tan de moda por nuestras latitudes. Lo que sí puedo certificar es que las calles de Kristiansand cuentan siempre con carriles para los ciclistas. Pero no es la pintura de los carriles lo que marca la diferencia. Es muy sencillo pintar unas rayas de amarillo en el asfalto, o poner algun elemento para delimitar un carril … Lo verdaderamente smart e interesante es el respeto con que los conductores tratan a los que se mueven sobre dos ruedas.
No te extrañe entonces que en tu visita a Kristiansand veas muchos niños montados en bicicleta, y adultos y gente mayor que, a su ritmo, también le dan a los pedales.
Durante el recorrido ciclista me impresionó el estallido natural en el campo, y es que en estas latitudes parece que la vida aguarda el buen tiempo para salir a toda castaña, como un galgo, al encuentro de la luz y las temperaturas agradables después de los meses más fríos y con pocas horas de sol.
Ahora me gustaría poder hacer más escapadas a Kristiansand y tomar el pulso al país en las otras estaciones del año, y eso que no me faltan otros motivos para viajar a Noruega.
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