Viaje a Islandia – Un geysir es un géiser

Uno de los mayores atractivos de un viaje a Islandia es poder estar en contacto directo con el poder de la naturaleza que allí se manifiesta salvajemente. El paisaje es precioso y el tiempo cambia con rapidez por lo que la luz refleja mil tonalidades posibles, pero yo me refiero a fuerzas más poderosas, que surgen del interior de la tierra. Islandia como ya sabrás, está llena de volcanes, que en combinación con el agua y el hielo nos ofrecen espectáculos de categoría excepcional. Y el suelo se mueve. Lo puedes comprobar en primera persona en Thingvellir, un lugar al que hay que ir sí o sí para ver dos placas tectónicas desplazarse y dejar la tierra llena de jirones. De hecho nosotros seguimos la ruta conocida como Círculo Dorado de Islandia y después de estar en Thingvellir continuamos conduciendo hasta visitar la zona de Geysir con el fin de conocer las famosas fuentes termales.

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géiser.
(Del islandés geysir).
1. m. Fuente termal intermitente, en forma de surtidor.

Cuando hicimos nuestro viaje a Islandia con los niños teníamos muy claro que uno de los sitios que iríamos a ver sería un géiser. Es una atracción que no te puedes perder si viajas hasta el país, y desde la capital Reykjavík no está excesivamente lejos.

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Bajamos del coche y enseguida vimos el primer chorro de agua y vapor alzarse unos buenos metros en dirección al cielo. Nos acercamos subiendo una suave loma para alcanzar el corrillo de gente que aguardaba la siguiente expulsión con impaciencia y las cámaras de fotos bien preparadas. Nosotros estábamos excitados pues no pasa cada día eso de ver un géiser, y menos en el lugar que presta el nombre a este fenómeno natural. Ni el olor a huevo podrido ni nada nos echó para atrás, aunque sí agarramos bien a los niños de la mano porque toda la zona parece un queso gruyere, llena de agujeros con agua ardiente. Y no era plan salir de ahí escaldados.

Este es uno de los puntos más visitados por los turistas en Islandia, y puede que en algún momento se acumulen algunos autocares, pero tampoco llega a hacerse agobiante. Hay mucho espacio libre y andando un poco podemos gozar de buenas perspectivas del chorro de agua.

Y efectivamente, cada pocos minutos, un enorme surtidor de agua ardiendo salía con fuerza de las entrañas de la tierra hasta alcanzar una considerable altura. ¡Qué energía! Contemplamos aquello con los ojos abiertos como platos, absortos, casi en silencio, maravillados.

Cuando el vapor desaparecía el agujero humeante parecía volver a la calma por unos segundos. Pero no, el nivel de agua no paraba de oscilar, con un sube y baja continuado. Y poco a poco se intuía que un nuevo estallido ocurriría. Parecía como si la tensión en el agua fuera aumentando, una especie de estornudo se estaba cociendo de nuevo con un impulso renovado. Hasta que por un instante la superficie del líquido ya no era plana sino convexa y de un color azul metálico. Una imagen fugaz y efímera pues una nueva fuente de agua y vapor ya se alzaba impetuosa hasta el cielo otra vez.

Sin duda poder observar un géiser en Islandia, en el lugar que da nombre a este capricho volcánico de la naturaleza es una experiencia inolvidable.

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