La temporada de verano de los cruceros ya se ha iniciado un año más, y el Puerto de Barcelona se ha llenado de majestuosos barcos de nuevo. El mayor de todos ellos es el Liberty of the Seas, el crucero más grande del Mediterráneo de la naviera Royal Caribbean. El sábado tuvimos la oportunidad de visitarlo y recorrer sus interiores antes de que partiera rumbo a su primer crucero por el Mediterráneo.
Llegó desde los mares del Caribe, pasando por Cádiz, para establecer la Terminal A del Muelle Adosado del Puerto de Barcelona como puerto base de la temporada.
El Liberty of the Seas realizará diferentes itinerarios desde Barcelona. Hasta el mes de octubre, el barco alternará cruceros de 5 y 7 noches por el Mediterráneo. Los cruceros de 5 noches harán escala en Cannes, Pisa/Florencia y Roma según el itinerario. A partir del 2 de junio y hasta el 2 de octubre, el Liberty of the Seas realizará cruceros de 7 noches con escalas en Provenza, Niza, Pisa/Florencia, Roma y Nápoles, saliendo cada sábado desde el puerto de Barcelona.
Según datos de la compañía, se prevé que visiten la Ciudad Condal a bordo de los barcos de Royal Caribbean más de 230.000 pasajeros (de los que más del 40% probablemente pernocten en la ciudad), lo que supondrá un impacto económico directo e indirecto superior a 21 millones de euros. Si añadimos aquí los datos de otras compañías se observa la importancia dels sector para la economía catalana. No en vano, la capital de Cataluña es el puerto de Europa con mayor número de cruceristas. Son datos del Consejo Europeo de Cruceros (ECC) que, por cierto, ha anunciado tres nuevas normas para fortalecer las medidas de seguridad en las naves.
El Liberty of the Seas cuenta con un rocódromo, pista de hielo para patinar, gimnasio, spas, y múltiples restaurantes y bares. Tiene casi todo lo que puedas imaginar para la diversión de los adultos y niños durante todo el día y parte de la noche.
A mí, de todas las partes del crucero la que mayor impresión me causó fue el puente de mando. El capitán tuvo la amabilidad de dejarnos entrar en el centro de poder de la nave y contemplar los dispositivos y controles de todo el buque. Después de las explicaciones, pudimos sentarnos por un momento en su butaca y poner las manos sobre los mandos. Ya se que el buque estaba amarrado, inmóvil, pero la sensación de pilotar el crucero más grande del Mediterráneo no tiene precio. ¡Hacer sonar la sirena del Liberty of the Seas ya hubiera sido el éxtasis!