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Grandes viajeros: Alí Bey

Para muchos, Alí Bey no es más que el nombre de una calle de Barcelona. Pero esas palabras encubren a Domènec Badía i Leblich, uno de los más destacados viajeros de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Algo así como un Lawrence de Arabia, con más de un siglo de adelanto.

Nació en Barcelona, en 1767, pero a los once años se trasladó con su familia a Almería. Allí descubrió las huellas de la presencia morisca y nació su interés por la cultura y el mundo musulmán, un interés que le hizo estudiar árabe en Córdoba y convertirse en un militar arabista.

Es en 1803 cuando inicia su gran viaje, una larga aventura en la que hace de espía al servicio de Manuel Godoy –el “valido” o primer ministro del rey Carlos IV
Como buen aventurero, cambia su nombre por el de Alí Bey el-Abbasí, adapta su atuendo, cambia sus costumbres y el general arabista se convierte en un personaje musulmán, descendiente supuesto de la dinastía de los Abbasíes. Bajo esa falsa identidad recorre con éxito todo el norte de África –Marruecos, Argelia y Libia- y buena parte del entonces extenso imperio Otomano: Visita Egipto, Siria, Turquía y Arabia, y realiza la peregrinación a La Meca.

Al regreso, en 1807, dejó constancia de su aventura en una narración, un texto con dibujos y descripciones detalladas de todo cuanto vio y valiosas observaciones científicas, sociales y culturales. La obra, “Viajes en Marruecos, Trípoli, Chipre, Arabia, Siria y Turquía” se convirtió en un éxito europeo en 1816 como “Travel of Alí-Bey”, y despertó el interés por la cultura islámica. En la guerra de la independencia, Domènec Badía tomó partido por Napoleón y el rey José y eso le supuso el exilio a Francia.

El complejo forcejeo de las potencias europeas –Francia, Inglaterra, Prusia, Austria- por la hegemonía tras las guerras napoleónicas, al inicio de la expansión colonial, tuvo una de sus primeras víctimas en Alí-Bey. Como buen espía, había cambiado otra vez de nombre y viajaba de nuevo al imperio Otomano, ahora desde París, como Alí Abu Utman. Pero los servicios secretos ingleses descubrieron su identidad y en un final propio de novela de Le Carré, murió envenenado en Damasco. Se estaba gestando la independencia de Grecia, hasta entonces bajo el dominio turco, que se alcanzaría en 1821, y ya se cernían los intereses franceses y británicos por todo Oriente…

La vida y las aventuras de este general de los servicios secretos, viajero por todo  el ya decadente imperio turco, investigador y atento cronista, merecen recuerdo.
By Bartleby