Cuando los arrantzales, los pescadores de Euskadi, volvían del mar con sus capturas, una legión de mujeres esperaban en el puerto para empezar, o extender, su jornada de trabajo. Ellas eran las encargadas de una vez descargado los tesoros extraídos del mar venderlo en la zona. Y así es que andaban cargadas de pescado desde Santurtzi hasta Bilbao siguiendo la margen izquierda del Nervión.
